El Rio Magdalena es reconocido como víctima del conflicto armado.
Esta histórica decisión de la JEP resulta con especial significado para las poblaciones rivereñas de la parte alta de la cuenca del Río Magdalena

Esta decisión, impulsada por la solicitud de organizaciones como la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos), marca un hito en la búsqueda de la verdad y la reparación para las innumerables víctimas que sufrieron a lo largo de su cauce. ¿Qué importancia tiene este hecho judicial para el Alto Magdalena?
En un hecho sin precedentes, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) ha reconocido al Río Magdalena como víctima del conflicto armado en Colombia.
Un informe de la Comisión de la Verdad revela la magnitud del impacto del conflicto en esta región, indicando que el 6% del total de las víctimas del conflicto armado en Colombia pertenecen al Magdalena Medio. Esta cifra evidencia la profunda huella de la violencia en las comunidades que dependen del río y sus alrededores.
Iván Maderos, director de Credhos, destacó la trascendencia de este reconocimiento, señalando que el río “ha sufrido los impactos y las afectaciones de la confrontación armada entre paramilitares, guerrillas y agentes del Estado”. El Magdalena, arteria fluvial que atraviesa 11 departamentos del país, incluido Santander, fue testigo silencioso y, en muchos casos, escenario de cruentos hechos de violencia.
Por su parte, el politólogo Julio Acelas, afirmó esta decisión representa una reparación simbólica significativa para las víctimas. “Fue un cementerio sin nombre donde se echaban los asesinados y desaparecidos y nunca nadie ha sabido nada y por eso me parece muy valioso”.

La Importancia para la cuenca alta
Esta histórica decisión de la JEP resulta con especial significado para las poblaciones rivereñas de la parte alta de la cuenca del Río Magdalena, como Pitalito, San Agustín e Isnos, entre otras, aunque geográficamente distantes del Magdalena Medio, ya que estas comunidades comparten una conexión vital con el río y su historia.
El reconocimiento del Río Magdalena como víctima no solo visibiliza el sufrimiento padecido en las zonas más afectadas directamente por la violencia a lo largo de su curso medio y bajo, sino que también genera conciencia sobre la integralidad de la cuenca y cómo el conflicto armado dejó cicatrices en todo su territorio. Para las comunidades de la alta cuenca, esta decisión implica un acto de memoria y justicia, al reconocer al río como víctima es reconocer también el sufrimiento de las comunidades que históricamente han dependido de él y que, de alguna manera, se vieron afectados por la violencia que se extendió a lo largo de su cauce.

Es igualmente un impulso a la reparación integral, pues si bien la reparación directa se centra en las víctimas individuales y colectivas de las zonas más golpeadas, el reconocimiento del río como sujeto de derechos podría abrir caminos para la implementación de medidas de reparación ambiental y social que benefician a toda la cuenca, incluyendo las poblaciones de la parte alta.
La decisión de la JEP implica también para las comunidades del Alto Magdalena el Fortalecimiento de la Identidad Regional, siendo el río un elemento central en la identidad de las comunidades que habitan a lo largo de su recorrido.
En definitiva, la decisión de la JEP de reconocer al Río Magdalena como víctima del conflicto armado es un paso fundamental hacia la sanación de las heridas del pasado y la construcción de un futuro de paz y reconciliación para todas las comunidades que dependen de esta vital arteria fluvial, desde su nacimiento en el Macizo Colombiano hasta su desembocadura en el Mar Caribe. Para las poblaciones de la alta cuenca, representa un reconocimiento de su conexión histórica con el río y una esperanza renovada en la búsqueda de una reparación integral y la garantía de no repetición.