La espera termina, pero la controversia apenas comienza. Mientras las familias colombianas preparan la cena de fin de año, en la Casa de Nariño se cocina una decisión que afectará el bolsillo de millones: el decreto del Salario Mínimo Legal Vigente (SMLV) para 2026.
Tras la ruptura histórica de la mesa de negociación entre gremios y sindicatos, el Gobierno Nacional tiene la pluma en la mano. Basados en el Informe Económico Estructural 2026, desglosamos qué pasará realmente con su sueldo, desmentimos los rumores de aumentos explosivos y analizamos si este será el año en que el salario alcance para una “vida digna”.
Un cambio histórico
Este año, la discusión rompió el molde tradicional. Ya no se trata solo de sumar inflación más productividad (una fórmula técnica que, según los datos del DANE, habría arrojado un aumento modesto debido a la caída de la productividad laboral al -0,32%).
El Gobierno del presidente Gustavo Petro ha puesto sobre la mesa el concepto de Salario Mínimo Vital.
¿Qué significa? Que el aumento no se basará únicamente en cuánto pueden pagar las empresas, sino en cuánto necesita una familia para cubrir derechos básicos: alimentación nutritiva, vivienda digna, servicios y recreación.
Este enfoque busca cerrar la brecha histórica de pobreza. Si se materializa el escenario más probable (un aumento entre el 10.5% y el 12.5%), los trabajadores verán una recuperación real de su poder adquisitivo cercana al 6.5%, ya que la inflación proyectada cerrará el año sobre el 5.5%. En términos sencillos: su sueldo subirá más de lo que subieron los precios este año.
La realidad de las cifras
En redes sociales y pasillos empresariales ha circulado el rumor de un aumento “catastrófico” del 23%. Aunque sectores radicales y análisis de brecha social sugieren que se necesita un 23% para alcanzar la canasta ideal, el Ministerio de Hacienda y el Banco de la República actúan como un filtro de responsabilidad fiscal. Un aumento de esa magnitud dispararía la inflación nuevamente.
Todo apunta a un Escenario Político Probable de un aumento del 12%. Así quedarían las cuentas de bolsillo para un trabajador promedio en 2026:
- Salario básico: pasaría de $1.423.500 a ~$1.594.320.
- Auxilio de transporte: Subiría a ~$224.000.
- Total devengado: Un trabajador recibiría mensualmente cerca de $1.818.000.
El otro lado de la moneda
Para que el trabajador reciba ese dinero, el tejido empresarial debe hacer un esfuerzo titánico. Las MiPymes (tiendas de barrio, panaderías, pequeños talleres), que generan el 80% del empleo en el país, enfrentarán un reto mayor.
Según el análisis de costos laborales, con un aumento del 12%, el costo real de mantener un empleado formal (incluyendo salud, pensión, primas y cesantías) superará los $2.600.000 mensuales.
Esto podría presionar los precios de servicios cotidianos. El “corrientazo”, el corte de cabello o la tarifa del hotel podrían subir para compensar este costo laboral, alimentando levemente la inflación de servicios.
Estabilidad Económica
El aumento traerá beneficios tangibles e inmediatos para la clase trabajadora, inyectando dinero a la economía y reactivando el consumo en los hogares. Sin embargo, a nivel macroeconómico, el país enfrenta serios desafíos como el déficit fiscal, las pensiones en Colombia, por ejemplo, se ajustan con el salario mínimo y un aumento del 12% le cuesta billones al Estado, presionando las finanzas públicas y las tasas de interés, ya que, si el aumento es muy alto, el Banco de la República podría demorarse más en bajar las tasas de interés, manteniendo costosos los créditos de vivienda y consumo en 2026.
Un alivio necesario con retos futuros
El decreto que se expedirá antes del 30 de diciembre no será técnico, será político y social. El 2026 iniciará con un alivio importante para los trabajadores, quienes tendrán más dinero en el bolsillo para enfrentar el costo de vida. El reto estará en que ese aumento no se lo “coma” una nueva ola de inflación en los arriendos y los alimentos.
En Enredijo Noticias estaremos atentos a la firma del decreto para confirmar si el Gobierno logra el equilibrio perfecto: dignificar el trabajo sin asfixiar a quien lo genera.
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