viernes, noviembre 7, 2025

Pitalito despliega su riqueza cultural

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Durante la presente semana,  1 al 8 de noviembre, el aire en Pitalito, lleno del aroma del mejor café del mundo, se mezcla con las melodías ancestrales de las quenas y los charangos, las calles se convierten en escenarios improvisados ​​y el murmullo cotidiano del “Valle de Laboyos” se transforma en un vibrante coro de expresiones artísticas.

Esta es la semana del Festival Cultural Laboyano, que en su vigesimosexta edición se reafirma no solo como un evento en el calendario, sino como la manifestación más potente del alma de una región que vive y respira cultura. Este año, el festival promete una inmersión total, desplegando una programación que toma la ciudad entera como su escenario y que tiene en su epicentro el XXIII Festival Nacional de Música Andina “Faiver Olave”, un bastión de la identidad sonora que conecta a Colombia con la espina dorsal del continente.

La cultura en cada rincón

La XXVI edición del Festival Cultural Laboyano rompe con la formalidad de un único acto inaugural. En su lugar, la organización propone una explosión cultural descentralizada, una toma artística de la ciudad que convierte plazas, parques y esquinas en epicentros de creatividad. Esta estrategia transforma a Pitalito en un circuito cultural abierto y accesible, donde los ciudadanos y visitantes no son meros espectadores, sino participantes activos en una celebración a la que les pertenece.

Durante los primeros días, se espera que espacios emblemáticos como el parque principal José Hilario López se llenen de vida con una programación diversa que abarca música, danza, teatro, literatura y artes plásticas. La experiencia está diseñada para ser un recorrido inmersivo, el transeúnte desprevenido  podrá encontrarse con una compañía de teatro de talla nacional cautivando a la audiencia en una plazoleta, un fenómeno que ya es tradición en el festival y que atrae a un público considerable para luego ser atraído por los ritmos de un grupo de danza folclórica a pocas calles de distancia.   

Esta concepción del espacio público como escenario principal refleja una política cultural deliberada por parte del Instituto de Cultura, Recreación y Deporte (ICRD), cuya misión es utilizar el arte y la cultura como herramientas para la “reconstrucción del tejido social” y el “mejoramiento de la calidad de vida de los Laboyanos”.

El Corazón andino del festival

Si bien el festival es un mosaico de disciplinas, su alma sonora reside en un evento de profundo arraigo y significado. El Festival Nacional de Música Andina “Faiver Olave”. En su vigesimotercera edición, este encuentro ha sido mucho más que un concierto; es la celebración de un legado, la persistencia de una identidad y un homenaje a la figura que lo hizo posible.

Para entender la importancia de este festival, es imprescindible conocer la historia de su fundador, el maestro Faiver Olave Díaz. El evento nació en 2002, fruto de una conversación en 2001 con la Cámara de Comercio de Pitalito, que buscaba honrar la extensa trayectoria del maestro en la difusión de la música andina, sin embargo, su consolidación no fue un camino fácil; en 2004, en su tercera edición, el festival se enfrentó a una crisis existencial cuando un grupo de organizadores intentó cambiar su nombre y marginar al propio Olave ya su grupo base.   

Lejos de desaparecer, el festival resurgió con más fuerza bajo el liderazgo de su creador, consolidándose como un acto de perseverancia. Esta historia de origen lo define hasta hoy, posicionándolo como un espacio de “resistencia social frente a los festivales de carácter comercial”.

Este festival nos adentra en la “organología propia de los pueblos andinos”. Los sonidos protagonistas son los de la zampoña, la quena y el charango, instrumentos que evocan paisajes montañosos y tradiciones milenarias. El objetivo es celebrar los ritmos que conectan a nuestra nación con el resto del continente.

Aunque el Festival de Música Andina es su evento insignia, el Festival Cultural Laboyano se enorgullece de su carácter multidisciplinario, funcionando como una plataforma para diversas manifestaciones artísticas y culturales que, en conjunto, pintan un retrato completo de la identidad regional.

Literatura e identidad

En el marco del XXVI Festival Cultural Laboyano, las letras y la identidad local cobraron un vibrante protagonismo durante el Encuentro de Escritores Laboyanos 2025. Este espacio, fundamental para la creación regional, sirve como plataforma de lanzamiento para la primera edición de la revista “Enredijo Cultural”, una publicación dedicada íntegramente a la investigación, salvaguardia y difusión del vasto patrimonio cultural laboyano. Junto a este importante hito editorial, el encuentro celebra la fecundidad de la literatura del Valle de Laboyos con la presentación de obras literarias recientes, incluyendo poemarios, antologías de cuentos y novelas, firmadas por destacados creadores locales que demuestran la vitalidad de la palabra escrita en el sur del Huila.

La Tradición en el Plato

Ninguna celebración cultural está completa sin su dimensión gastronómica. El festival culmina con una gran muestra que destaca lo mejor de la cocina local, permitiendo a los asistentes “degustar platos tradicionales” que son parte esencial del patrimonio huilense. Este evento, que a menudo se toma el parque principal en la jornada de cierre, es más que una feria de comida; es una experiencia sensorial que conecta a las personas con la historia y los sabores de la tierra, reafirmando que la cultura también se nutre y se comparte en la mesa.   

La estructura del Festival Cultural Laboyano, que acoge estos “encuentros” y “festivales” distintos pero integrados, revela una sofisticada estrategia curatorial. No se trata de un programa monolítico impuesto desde arriba, sino de un “festival de festivales” que surge de la colaboración. Al dar autonomía y un escenario de prestigio a líderes culturales como Faiver Olave Díaz y colectivos como los Vigías del Patrimonio, la organización fomenta un sentido de apropiación y empodera a las diferentes comunidades artísticas. Esta metodología garantiza no solo una diversidad de contenidos, sino también la excelencia en cada área, uniendo las distintas fuerzas culturales de la región en una celebración unificada y potente.

Pitalito, cuna de arte y café

El festival florece en Pitalito por la ciudad misma es un terreno fértil para la cultura. El Valle de Laboyos es reconocido como el mayor productor de café de alta calidad de Colombia, el municipio posee una identidad profundamente arraigada en la tierra y en la laboriosidad de su gente. Esta identidad se expresa a través de una rica tradición artesanal, especialmente en la cerámica, cuyas “chivas” de arcilla son famosas a nivel nacional e internacional.   

Este arraigo cultural se proyecta hacia el futuro con una ambición clara: que Pitalito sea reconocido por la UNESCO como “Ciudad del creativa”. El Festival Cultural Laboyano es la culminación anual de un ecosistema cultural que se mantiene vivo durante todo el año a través de escuelas de formación artística, exposiciones y el trabajo constante de sus gestores culturales.

Una invitación a vivir la cultura del sur colombiano

El XXVI Festival Cultural Laboyano se perfila como una cita ineludible para quienes buscan experiencias culturales auténticas y profundas. Del 12 al 18 de octubre, Pitalito no solo albergará un evento; se convertirá en el mismo evento. Ofrece una inmersión total en la que la ciudad entera se vuelve un escenario vibrante, donde el espíritu ancestral de los Andes resuena en las cuerdas y los vientos del Festival Nacional de Música Andina “Faiver Olave”, y donde cada rincón ofrece un descubrimiento, ya sea en la voz de un poeta local, en el sabor de un plato tradicional o en la maestría de un paso de baile.

Asistir al Festival Cultural Laboyano es más que presenciar una serie de espectáculos. Es una invitación a conectarse con la esencia de una de las regiones más ricas y dinámicas de Colombia. Es entender por qué la cultura, cuando se apoya con visión y se nutre desde la comunidad, se convierte en el motor más poderoso para el desarrollo y la identidad de un pueblo. Es, en definitiva, aceptar la invitación a un peregrinaje cultural al corazón del Valle de Laboyos, para vivir y respirar el arte del sur colombiano.

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