En las últimas horas, se confirmó el fallecimiento del maestro Hernán Martínez Tello, una figura que para las nuevas generaciones era sinónimo de paciencia, plomo y vidrio, pero que, para los archivos dorados del deporte nacional, guarda un capítulo vestido de verde y blanco.
Martínez Tello, reconocido vitralista cuyo taller en Pitalito fue cuna de obras que hoy adornan recintos sagrados y civiles del sur del Huila, partió dejando un legado artístico innegable. Sin embargo, detrás de las manos que cortaban con precisión quirúrgica el vidrio, descansaban las piernas de quien, décadas atrás, pisó el césped profesional defendiendo los colores del Deportivo Cali.
De los guayos al diamante de corte
Para entender la dimensión de la pérdida, es necesario mirar más allá del artista canoso y amable que caminaba por Pitalito. La investigación sobre sus años de juventud revela una faceta que contrasta radicalmente con la quietud de su oficio final.
Fuentes allegadas a la familia y archivos de la época permiten reconstruir el paso de Martínez Tello por el fútbol profesional colombiano. Mucho antes de que sus ojos se entrenaran para capturar la luz a través de los vitrales, Hernán formó parte de la plantilla del Deportivo Cali.
Según los registros consultados y testimonios de veteranos del deporte, Martínez Tello integró el conjunto ‘Azucarero’ en una época donde el fútbol era más garra que marketing. Quienes conocieron esa faceta lo describen como un jugador técnico, con la misma disciplina que años más tarde aplicaría para ensamblar miles de fragmentos de vidrio.
Las mismas manos que debían evitar el choque y la fuerza en el campo para protegerse, terminaron dedicadas a uno de los oficios más delicados del arte. Cambió la ovación de la tribuna por la contemplación silenciosa de la luz en sus obras.
El legado
Tras su retiro del fútbol profesional, Martínez Tello no se retiró a la inactividad u encontró en el vitralismo una segunda pasión que lo convertiría en un referente cultural en Pitalito. Su obra se caracteriza por el uso vibrante del color y una técnica depurada que solo se consigue con años de oficio.
Sus vitrales son narrativas de luz que han acompañado la fe y la vida cotidiana de los laboyanos. Su taller se convirtió en una escuela informal donde la estética y la precisión eran la norma.
Luto en dos frentes
La noticia de su deceso ha generado reacciones tanto en el sector cultural del Huila como en círculos de veteranos del deporte. En el sector cultural se lamenta la pérdida de un artesano mayor, guardián de una técnica que requiere una paciencia que ya poco abunda. En el campo deportivo se recuerda al hombre joven, al atleta que sudó la camiseta de uno de los clubes más históricos de Colombia.
Hernán Martínez Tello se ha ido, pero nos deja una lección de vida fascinante. La capacidad del ser humano para reinventarse. Del dinamismo físico del fútbol a la quietud espiritual del vitral, su vida fue una obra completa, llena de matices, como los vidrios que tanto amó.
Paz en su tumba, maestro y futbolista.
